lunes, 2 de febrero de 2009

Reconstrucciones

Mientras esperaba a María, miraba melancólica a través del cristal viendo la lluvia caer en aquella tarde de Domingo. Alicia siempre odió los Domingos pero desde que la soledad la invadió, se le hacía aún más difícil superarlos.

Se había levantado con ganas de sentir, de disfrutar del día pero el transcurso de las horas fue menguando su ánimo sin compasión. Llegó a la sobremesa convertida en su propia sombra, como en una metamorfosis inversa, pasó de mariposa a gusano tan rápido como sus buenas intenciones escaparon volando por la ventana.

-"¿Para que coño se inventaron los domingos?" -Se preguntó Alicia.

De repente el mundo era su propio ombligo, de tanto mirarlo y mirarlo la engullió sin remedio y se vió inmersa en sus ahogadas penas, se sintió la tia más desgraciada de la tierra, se compadeció de su mala suerte y olvidó su gran lema, aquello de que todo en la vida puede ser peor.

-"Soy una mujer fuerte, soy fuerte!!" -se repetía a si misma
-"Pero también tengo derecho a patalear digo yo, no?al fin y al cabo la vida no me lo ha puesto tan fácil" -Volvió a reflexionar.

De sus ojos empezaron a brotar lágrimas al recordar la primera vez en que la vida le mostró su cara más amarga, ese día en que despertó ante la cruda realidad, en que supo que la juventud no te hace inmortal, que no eres inmune a las desgracias y que a partir de ahí nada sería lo mismo. Tenía apenas 22 años cuando respondió aquella llamada de teléfono.La voz del otro lado le transmitió la primera tragedia de su vida:

-"Tu hermano Alicia, tu hermano...ha tenido un accidente y..."
-"¿Y? ¿y?¿Ana, qué ha pasado?"
-"Está muerto Alicia, está muerto..."

Nunca olvidaría ese momento; poco después se fue su abuela...Aquellas pérdidas le costaron años amargos y una depresion. Consiguió camuflar un sentimiento del que prefirió no volver a hablar por temor a que le hiciera más daño.
Recordó también el gran apoyo que le dió Luis, su novio de entonces, la persona que más la había querido sin duda, sin condiciones, sin reproches, siempre dispuesto a ayudarla sin pedir nada a cambio. Se sintió apenada porque ella nunca le supo responder en sus malos momentos.

No sabía por qué tenía que recordar todo aquello ahora. Llevaba una mala racha y se sentía muy vulnerable, la enfermedad de su otro hermano fue el golpe que colmó el vaso, no le parecía justo...sólo la idea de perderlo, otra vez, era demasiado ni siquiera pensarlo. Sabía que eso jamás podría superarlo...jamás. Él era su ángel, la persona más importante para ella.

Como si de una película de su vida se tratase, la imagen de Julio pasó por su cabeza, su gran amor perdido, detrás de todas sus penurias estaba el aura de su historia fracasada. Se vió invadida por el desaliento de no haber alcanzado lo que más ansiaba, en el fondo su corazón aún le quedaba amor por ofrecerle. Hacía solo unas semanas aún albergaba la esperanza de conseguirlo, de dar un soplo vital a su relación pero todo aquello era ya pasado; el resentimiento había quemado por completo sus ganas y su ilusión. Realmente llevaba ya demasiado tiempo no sintiéndose importante en su mundo, ser un lastre en la vida de alguien era una de las peores sensaciones que había experimentado nunca.
En los últimos años formó parte de una vida prestada, en que ella dejó de ser ella, representando aquel papel fruto de "una inteligencia fracasada". Esas palabras retumbaron en su mente y se puso más triste aún. Por qué perdía a la gente que más quería cuando más los necesitaba? se preguntó. Y a él lo había necesitado tanto tanto. Incluso en ese instante. Ahora sólo quería limpiar su alma y olvidar, más adelante vería todo de una manera más serena. Al fin y al cabo tal vez algún día pudieran rescatarse como amigos.

La puerta sobresaltó a Alicia sacándola de su hipnosis. Era María. En cuanto la vió el mundo volvió a su sitio, las penas dejaron de ser tan hondas. Se secó las lágrimas y se revitalizó de nuevo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Desde luego tienes una capaciad increible a la hora de expresar este tipo de relatos.

En estas historias se empatiza con el protagonista, haciendo nuestras las situaciones vividas por ellos. Lo mágico es poder penetrar y tratar descubrir la realidad del resto de personajes. Es entonces cuando todo se humaniza. Inevitablemente en cada uno de ellos hay un alma con su realidad irreal. Inevitablemente todos sufren y todos sienten.

Reconstrucciones... para mi, la mejor manera de conseguirlas es mirar hacia nosotros mismos, reconociendo nuestros propios errores. Sólo estando en paz con uno mismo puede darse uno a los demás.

Sigue escribiendo así Morgana, me gusta y me hace reflexionar.

Besos