Cinco, seis, siete... mamá descarga golpes rítmicos y secos
sobre el pecho de papá; lo hace sin piedad, con ese rictus rabioso que se le
pone cuando Berta y yo nos peleamos.
Diez, once... la boca de papá se abre tanto que me recuerda al Spinosaurus que me regaló la semana pasada. Entonces papá me ataca…y lanza una
uva perfecta que se estampa contra mi cara.
Morgana ML
Morgana ML