jueves, 2 de mayo de 2013

El encantador desencantado

Disfrazado de vendedora de manzanas recorría los hogares de las bellas damiselas del lugar. Portaba un canasto de suculentos frutos rojos y brillantes, que impregnaba previamente con su elixir de amor. Ni los aromas de perfumista, ni las vasijas mágicas de alfarero ni los pinchazos con su huso de hilandera funcionaron. La boca que sucumbiera a su manzana habría de pertenecer a la mujer que saciara su búsqueda de amor.  Si la pócima fallaba de nuevo,  otra mujer enloquecida y entregada sin razón reforzaría su recurrente vacío. Entonces,  él  tendría que dormir para siempre a una bella más.

Para concurso microcuentos by Morgana M.L   

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